sábado, 21 de marzo de 2009

El Amor Ágape


Primero defino el significado de ágape, esta palabra viene del vocablo griego y significa amor; no obstante no es sinónimo de eros, término que Freud usaba para definir el amor en las diferentes etapas del niño. Eros es amor erótico o sea de pareja y ágape es amor en general o sea abarca todo.
Si lo vemos desde una perspectiva histórico- religiosa, encontramos el término en el nuevo testamento de la biblia. Por ejemplo, en el libro de Sabiduría se usa ágape para describir el amor de Dios y también se usa como un don en los hombres; los hombres que aman son dichosos. Aún así la palabra ágape se encuentra de una forma esporádica y no frecuente en todo el contenido de la Biblia.
Según entendí sobre las definiciones de ágape, éste es un amor no totalmente derivado de la emoción o del corazón por así decirlo, sino más bien que también conlleva algo mental porque implica una voluntad. Para que se comprenda más a lo que me refiero doy como ejemplo el mandamiento cristiano de: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Prójimo es nuestro semejante y todo aquel que esté necesitado
Y pues, que difícil es amar a alguien que ni conocemos o mínimo sentir aprecio hacia esa persona. Por lo tanto implica valores como la solidaridad porque la sociedad impone el respeto a las demás personas y aquí se emplea una voluntad personal y esto sería algo parecido al amor ágape.
Pero universalmente, amor ágape es amor cristiano. Porque el cristianismo era el que más usaba el término y también, como mencioné más arriba describía el amor de Dios con la humanidad. Y bien, ¿cómo es ese amor de Dios con la humanidad? Según la biblia, Dios ama a todos por igual sin importar que unos sean más buenos que otros, ya que todos son sus hijos.
El amor cristiano no alcanza únicamente a nuestros parientes, a nuestros amigos más íntimos y, en general, a todos los que nos aman; el amor cristiano se extiende hasta el prójimo, sea amigo o enemigo, y hasta el mundo entero. El cristianismo demanda que tengamos en todo tiempo una cierta actitud mental y una cierta inclinación benevolente hacia los demás sin importarnos su condición.
En Mateo 5:43-48 hay un pasaje que puede ayudar a interpretar el amor ágape: “Sin importarme lo que un hombre, santo o pecador, me haga, nunca procuraré perjudicarlo ni vengarme. Jamás buscaré para él otra cosa que no sea lo mejor."
Pero entonces, se entra a un dilema. ¿Qué pasa con los no cristianos o no creyentes? ¿Ellos practican el amor ágape? Como humanos que son, pueden razonar esa doctrina, la pueden aceptar y analizar pero si no creen en ella no la pueden practicar; porque, ¿para qué practicar algo en lo que no creen?
El ágape también conlleva tratar a los hombres como Dios nos trata y aquí también hay límites, porque Dios aunque nos ame, nos pone límites en nuestros actos. Puede alegarse que si en realidad hemos de procurar lo mejor para el hombre, bien podemos resistirlo, bien podemos castigarlo, bien podemos tratarlo con dureza, pero por su propio bien y por el bien de los demás.
Entonces, pareciera que las leyes se derivan de esté amor. Ya en el libro de Éxodo se pueden apreciar las primeras leyes cristianas con Moisés y los 10 mandamientos, en los cuales se dan las pautas y los límites a la humanidad y a todos los hijos de Dios. Dios nos ama pero nos pone reglas a seguir para limitarnos en la conducta y no causarle daños a nuestros semejantes.
Con lo que he leído, no está comprobado si las leyes vienen directamente del cristianismo o de religiones, pero si se pueden derivar porque igual, la moral y los valores aunque son de índole subjetivo, tienen un lazo estrecho con las leyes. La ley no podría ser sino existiese la moral aunque fuere en lo más mínimo.
Volviendo al amor cristiano, defino cristiano: “Cristiano es aquel que ama a Jesús y ama a los demás. La base de toda relación justa concebible en los cielos y en la tierra es el amor.”
En la propia biblia se expresa como tiene que ser el amor del hombre por Dios, citaré ejemplos:
• Debe ser amor exclusivo (Mt. 6:24; Lc. 16:13).
• Es un amor cimentado en la gratitud (Lc. 7:42, 47).
• Es un amor obediente. (Jn. 14:15, 21, 23, 24; 13:35; 15:10; 1 Jn. 2:5; 5:2, 3; 2 Jn. 6).
• Es un amor extrovertido. Demostramos que amamos a Dios por el hecho de que amamos y ayudamos a nuestro prójimo (1 Jn. 4:12, 20; 3:14; 2:10).
El amor es el emblema de la comunidad cristiana. Una iglesia en la que haya amargura y contienda puede llamarse iglesia de los hombres, pero no de Cristo. No debe haber lugar en la iglesia para el hombre que sirve por razones de prestigio y de poder. El objetivo del cristiano debe ser únicamente amar y servir a su prójimo. Pero aún así, una iglesia totalmente sumida en la paz del mutuo amor es un fenómeno raro. Puesto que tampoco, nada es perfecto.
Ahora bien, para lograr esa paz no es preciso que sus miembros piensen de idéntica forma ni que estén de acuerdo en todo; basta con que, aun difiriendo, puedan todavía seguir amándose.

sábado, 14 de marzo de 2009

El Abogado del Diablo

La película el Abogado del Diablo se estrenó ya hace más de una década, en 1997 para ser exacta. Honestamente hasta ahora la veo, nunca me había llamado la atención; tal ves porque Keanu Reeves, el protagonista, no es de mis actores favoritos. Me estaba perdiendo de una gran obra del sétimo arte.
El largometraje empieza en un juicio, una menor de edad acusa a su profesor de matemáticas de acoso y abuso sexual. El abogado Kevin Lomax es el defensor del acusado y hasta el momento nunca había perdido un caso lo cuál lo convierte en un abogado estrella en el estado de Florida donde reside.
En ese mismo juicio, Lomax nota que su defendido lo más probable es que sea culpable y empieza a tener un pequeño remordimiento. No obstante en el receso, al hablar con un periodista en el baño de hombres, se da cuenta que no quiere perder el juicio, que si le es posible seguir ganando lo hará. En esta escena deja ver su vanidad, principal detalle que gira en torno a la trama.
Como era de esperarse gana el juicio, a la salida su esposa Mary Ann, interpretada por Charlize Theron, le sugiere ir a tomar y relajarse un poco. Aquí es donde se le presenta la oportunidad de irse a Nueva York. Un tipo llega y le dice que lo quieren para la firma, que le pagarán todo lo que ocupe; una oferta tan tentadora que al principio Lomax no se la creía.
Una vez en Nueva York, se nota un ambiente diferente. Aquí entra el personaje de Al Pacino. John Milton es como el jefe de la firma en cuestión. Quiere defender a sus clientes y ha elegido a Lomax al cual ha observado detenidamente; todo su trabajo y hasta sus defectos y virtudes.
El abogado estrella empieza a ganar los casos con lo que conlleva una intromisión al mundo de la fama donde es seducido por la ambición, el placer carnal especialmente que de todos modos desde el principio se nota con la lujuria que exudaba hasta con su propia esposa que luego se va minimizando.
Su último caso, el caso Cullen, hombre poderoso acusado de asesinato múltiple, es su mayor prueba de ética profesional. Lomax se da cuenta que el acusado es culpable. Aparte su esposa está pasando por una crisis psicológica, Lomax está bajo presión, a pesar que su jefe John lo quiere persuadir, el abogado prefiere su éxito que a su vida familiar.
Lomax se ha vuelto un abogado subjetivo, guiado más por el dinero y la fama que por su ética. Ha dejado sus principios a un lado y los ha cambiado por lo mundano. Al ganar el caso Cullen es cuando se da cuenta que las cosas no andan bien en su entorno. En las últimas escenas, John le confiesa ser el mismo diablo y hasta en una de sus líneas, éste dice que escogió las leyes porque con ellas el ser humano tiene acceso a todo y se puede controlar casi todo.
Obviamente la película es de género de ficción casi terror más bien, por eso no entro en detalles más propiamente religiosos o hasta filosóficos. El hecho es que tal ves los principios si entran en cuestiones de ética y hasta en la objetividad que siempre se pide en todo tipo de carrera profesional. Para ser un buen abogado en este caso, no sólo se ocupan agallas si no también objetividad y mucha ética.
En conclusión, el sólo título de la película puede decir mucho. ¿Ser abogado es venderle literalmente el alma al diablo? ¿O venderse al mejor postor? El mismo protagonista en el final inesperado dice: para eso está el libre albedrío.